Gracias
a la revolución de finales de los años setenta y primeros años de
los ochenta, empezaron a funcionar diversas empresas como Apple, en
la zona de la Bahía de San Francisco y, de esta manera, el primer
ordenador Apple no era más que una unidad de procesamiento. Dicha
solución regresa, hoy en día, para poder permitir la renovación
del parque tecnológico, tanto en el caso de los países emergentes,
como en el caso de países que están en crisis. A lo largo de los
últimos meses, hemos encontrado diversas propuestas de ordenadores,
que son de muy bajo coste, pero que van a incluir acceso a Internet
para poder llevar a cabo tareas de computación, que pueden ser
básicas, como puede ser procesar números, almacenar diversos datos
o mantener las comunicaciones, empleando la Red como canal. Para
poder ofrecer un precio tan bajo, sus fabricantes sólo están
vendiendo las partes del hardware, que son más elementales, de un
sistema de computación. Sus características técnicas van a estar
orientadas a poder satisfacer las necesidades más básicas de una
buena parte de los usuarios domésticos. O sea, nos encontramos con
sistemas embebidos, que son de bajo coste, que lo que nos ofrecen es,
de manera simple, una placa base con procesador, memoria y un sistema
operativo.
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